Ricardo Vilchez Navamuel
Presidente Donald Trump |
Indudablemente el
presidente de los EE.UU. Donald Trump, ha puesto en la palestra de nuevo el concepto de “patriotas”
enfrentándolo con el de los “globalistas”, al afirmar hace unos pocos días en
la Naciones Unidas: “Que el futuro pertenece a los patriotas y no a los
globalistas”. Me imagino que hablaba de futuros inmediatos, porque es muy
posible que la humanidad en algún momento de su evolución sea globalista, pues
todos estamos en este grandioso planeta azul.
Pero la realidad hoy
es otra. Nuestro actual sistema mundial, que incluye lo financiero, judicial,
político, legal, cultural, soberanía de los pueblos y las diferentes religiones,
coincide más con “los patriotas” que con los “globalistas”. Es el modelo que
hemos ido implantando poco a poco a través de los años. Nuestros sistemas
políticos, sociales, legales y religiosos están totalmente hechos a la medida
del concepto de la soberanía de los pueblos, de nuestras diferencias religiosas,
de nuestra concepción de independencia, de nuestros conceptos de libertad.
En el caso del posible sistema de los globalistas
que, aunque en lo fundamental a uno le puede parecer idóneo, sería un grave error tratar de
imponerlo en la actualidad.
Podríamos imaginar que
un real sistema globalista, todos los impuestos en el mundo deberían ser los
mismos, habría una sola moneda, un solo tipo de pensión universal, -para Costa
Rica con 8 sistemas de pensiones diferentes, establecer un solo sistema de
pensión no acordado por sindicatos locales sino por directrices mundiales,
serían un caos- un solo tipo de ayuda social, los partidos políticos tendrían
probablemente otros papeles o desaparecerían, no tendríamos Sala IV, ni Tribunal Supremo de
Elecciones, la soberanía de los
pueblos ya no existiría, se extinguiría el nacionalismo y el patriotismo y las constituciones
políticas de los pueblos desaparecerían pues habría una especie de Constitución
Mundial -Europa hace unos años fracasó con esa idea que viene de hace años. El
papel de los gobernantes y de los líderes religiosos seguro que cambiarían.
Sin embargo, lo que sí
nos parece conveniente de camino a un real sistema globalista, es continuar con
esfuerzos regionales tal y como se viene haciendo en Europa desde hace más de 50
años, es una buena práctica. De esta manera nos acercamos poco a poco, exploramos
las diferencias para descubrir las coincidencias, lo que nos puede unir.
Para que ocurra un
sistema globalista de verdad, deberemos de cambiar primero nuestra manera de
pensar y eso llevará tiempo a no ser que pase algo extraordinario a nivel
planetario.
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