Democracia, Paz y Mujeres
Una inaplazable realidad
04-04-2005
Nada me ha parecido más apropiado que iniciar
este escrito con unas palabras de Cándida Martínez López, del Instituto de la Paz y de los Conflictos de la Universidad de Granada‑España
en: "Las mujeres y la paz en la historia, aportaciones desde el mundo
antiguo" que dicen lo siguiente": "La paz ha sido representada a
lo largo de nuestra historia occidental como mujer. La paz nació con cuerpo y
atributos femeninos en la antigua Grecia, encarnada en la diosa Eirene, y su
figura, relacionada siempre con la prosperidad y el bienestar, ha perdurado
bajo formas y abstracciones diversas a lo largo de los siglos".
Sin embargo y lamentablemente aún, la violencia que se origina en
la familia, primordialmente es del hombre ("del macho") hacia la
mujer; por una cultura arraigada y fundamentada en paradigmas equivocados de
una tradición milenaria; insostenible ya, a principio del siglo XXI.
El 50% de la población del planeta es femenina, por lo
tanto, donde existan democracias con mucha más razón, las mujeres deberían
tener no sólo iguales derechos y deberes que los hombres, sino también las
mismas oportunidades. Esto permitiría la posibilidad de mayor participación en
la toma de decisiones dentro de las sociedades, de manera tal, que por su
propia naturaleza de dar vida, estará en contra de las guerras y esto hará que
la paz en todo el mundo pueda llegar más rápidamente.
Además, podemos apreciar como en los países donde el
respeto, la consideración y la responsabilidad son dados a las mujeres en
igualdad de condiciones, la violencia hacia ella misma disminuye y la libertad
se equipara con la del hombre.
El grado de derechos y deberes deben ser exactamente
iguales a los de los hombres. En tanto esto no
sea así, las diferentes sociedades de los pueblos del mundo no alcanzarán la
paz, la democracia y la libertad que tanto deseamos.
En la "Declaración de Atenas" adoptada en la
primera Cumbre Europea "Mujeres en el Poder" y celebrada en esa
ciudad el 3 de noviembre de 1992, mujeres con experiencia en altos cargos
políticos, "constataron un déficit democrático en los Estados miembros de
las Comunidades europeas y países europeos que siguen caracterizando, una
desigualdad profunda en todas las instancias y organismos de decisión públicos
y políticos en todos los niveles". Ahí mismo: "proclamaron la
necesidad de conseguir un reparto equilibrado de los poderes públicos y
políticos entre hombres y mujeres".
También las firmantes de esa declaración sostenían entre
otras cosas que: "La igualdad formal y real entre mujeres y hombres es un
derecho fundamental del ser humano. ‑Las mujeres representan más de la mitad de
la población. La igualdad exige la paridad en la representación y
administración de las naciones. ‑Las mujeres representan la mitad de las
inteligencias y de las cualificaciones de la humanidad y su infra‑representación
en los puestos de decisión constituye una pérdida para la sociedad en conjunto.
Podemos imaginarnos entonces, si las mujeres que han
firmado está declaración pertenecen a las sociedades más modernas de nuestro
planeta...¿cuanto esfuerzo necesitamos hacer para que el resto de ellas puedan
alcanzar niveles semejantes ? Ha llegado el momento de reconocer de forma contundente
todos los derechos de la mujer y que estos sean equiparados con los del hombre.
En junio del 2003, el ABC, un periódico de España,
publicó un reportaje donde se mencionaba algo que resulta pertinente a
propósito de nuestro tema: de acuerdo a una encuesta mundial de valores
efectuada en más de 100 países, "en algunas cuestiones, nuestro mundo
empieza a tener más consenso: la democracia es considerada por unanimidad como
la mejor forma de gobierno". En términos generales, más o menos el 80% de
la población encuestada en esos países le da una gran importancia a la
democracia.
Pareciera que, por fin, después de más de 200 años de
haber germinado la democracia moderna, empezamos a comprender que esta forma de
vida, nos permite vivir con mayor bienestar, prosperidad y más libertad.,
coincidiendo con "Eirene", que podría darnos motivos suficientes para
iniciar nuevos paradigmas.
El cambio se ha ido gestando poco a poco y los logros han
sido extraordinarios especialmente en los últimos 50 años, sin embargo sabemos
que todavía esto no es suficiente. Debemos enfatizar y consolidar la promoción
de la democracia, porque es por este camino por el que las mujeres podrán
avanzar más. Esto es una inaplazable realidad.