CUMBRES IBEROAMERICANAS
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ANÁLISIS
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Educación para una cultura de paz y
democracia: un compromiso siempre actual por Ricardo Vilchez Navamuel |
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“Un compromiso siempre actual, educar para la paz”. Con este titular se publicaba en enero del
2004 un editorial del periódico costarricense La Nación, comentando los
mensajes que como tradición hace la Iglesia Católica
desde hace 36 años. Esto a raíz del mensaje que en esa línea hizo Juan Pablo
II, coincidiendo con su vigésimo quinto pontificado.
Repasando algunos artículos que he ido guardando, veo la
importancia de dicho compromiso en el sentido de que, si bien la paz se ha
logrado en la mayoría de los países que pertenecen a las Naciones Unidas, no
podemos afirmar que esa paz se haya consolidado y alcanzado a nivel
planetario.
Otros representantes de diferentes sistemas religiosos también
hacen sus propios esfuerzos. Podemos destacar especialmente al Dalai
Lama. Asimismo, la gran mayoría de los líderes políticos del mundo apuestan
por una paz duradera y estable
La historia y sus diferentes circunstancias están ahí para
revelarnos las causas por las cuales no hemos alcanzado esa paz
anhelada. De manera equivocada hemos creído que el problema ha sido
político. No, el problema ha sido y es humano.
Sin embargo, hoy podemos destacar una situación mundial
excepcional, caracterizada por una cultura que cree en las libertades y que
empieza a cultivar la educación para la paz con dos componentes que podrían
acelerar esta condición humana ansiada durante miles de años.
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Dos componentes de aceleración
Estos son: por un lado, la tecnología alcanzada hoy en los
medios de comunicación que permiten la globalización instantánea de la
información y por otro la democracia, que ha logrado evolucionar en términos
universales y adecuados para que lleguemos a entender un sistema
político como una forma de vida que produce bienestar en ambientes de
libertad. Además, es imprescindible agregar que la democracia se da en
naciones con Estados de Derecho y esto ha permitido alcanzar más paz que en
cualquier otra etapa de nuestra historia.
Estos dos componentes son una realidad. La tecnología utilizada
por los medios de comunicación es prácticamente instantánea: la información
la “podemos ver y leer” casi de manera inmediata, hecho que estamos
experimentando y que podemos constatar diariamente.
La democracia, en aumento de forma excepcional, ha
pasado en tan solo 25 años, de 40
a 120 países en ambientes democráticos. Algunos
podrían ser cuestionados, no por el sistema, sino más bien por el aspecto
partidista que ha prevalecido durante tanto tiempo y el cual sí tiene y debe
cambiar. La democracia entendida como algo estático puede parecer que no avance,
sin embargo entendida como un proceso puede acelerar los cambios y
mejorarla.
Educar para la democracia. Un aspecto importante y
lamentablemente obviado por los demócratas, es la educación para la
democracia. Ha sido un fallo de incalculable valor en términos de paz,
bienestar, libertad y sufrimiento. Hemos adolecido de algo que sí fue exitoso
en otras sociedades con sistemas políticos diferentes como los
comunistas y socialistas hasta los años 80’ y que saben y hacen los islamitas:
enseñar sus sistemas filosóficos de vida de manera masiva.
Educar para la democracia por tanto es imprescindible, siendo
una de las vías más seguras hacia la paz. Un camino que ha demostrado que
entre estados demócratas pareciera que es difícil llegar al conflicto armado.
Esta forma de vida que estamos protagonizando lo imposibilita, al menos
teóricamente hablando. Si no fuera así, probablemente no tendría la
aceptación que tiene a nivel global.
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Educar para la paz y la libertad
Educar para la democracia es educar para la paz y la libertad.
Es una aspiración no solo de la Iglesia Católica, sino también del resto de los
sistemas religiosos, de la gran mayoría de los líderes políticos y de
los diferentes pueblos del mundo que incluyen ya a más del 80% de la
población mundial a favor de la democracia. Esta es la cultura que debemos
impulsar, una cultura con valores universales más allá de un sistema
religioso, etnia, lengua o región.
Los fundamentalismos políticos totalitarios, religiosos,
cristianos o musulmanes, siempre han manifestado experiencias dolorosas,
venganzas, odios y mucho sufrimiento; todo ello contrario a la paz.
En estos días que se inicia la preparación de la XV Cumbre
Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en la que se enfatizará la
cultura y en cuanto España asume la secretaría protémpore, no se
debería olvidar que en la búsqueda de la paz es impostergable la educación
para la democracia, la libertad y los Derechos Humanos. Esto, indudablemente
contribuiría a pensar en la posibilidad de una cultura universal
para la paz que tanto añoramos.
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