martes, 24 de julio de 2012

EDUCAR PARA LA DEMOCRACIA, UN CAMINO HACIA LA PAZ


Tomado de Comunica Press - 2004
CUMBRES IBEROAMERICANAS








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ANÁLISIS



RICARDO VILCHEZ NAVAMUEL
Educar para la Democracia, un camino hacia la Paz

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Humildad. Los demócratas debemos aceptar que hemos omitido por diversas razones educar para la democracia. El resultado de esto: una gran pérdida de vidas humanas innecesarias, mucho sufrimiento, falta de bienestar social y menos libertad. Algunos países experimentaron otras formas de gobernar y luego volvieron por el camino de la democracia.
A diferencia de lo que hicieron los comunistas y socialistas hasta 1980-1990 y lo hacen hoy los islamitas, los demócratas nunca nos preocupamos por enseñar la democracia de forma masiva (una clase de cívica ayuda, pero es insuficiente). Hemos dado por un hecho que las instituciones democráticas por sí mismas son la consolidación de la democracia y esto no es cierto. Y no lo es, porque la democracia no es simplemente una maquinaria electoral en un Estado de Derecho. La democracia más que una forma de gobernar, es una forma de vida, esta es precisamente la razón por la cual en los últimos 25 años se ha triplicado. 
Hoy día, nos parece que la democracia se ha estancado. Lo vemos así, sencillamente porque la vida moderna transita y evoluciona muy rápidamente, pero cuando revisamos con cuidado la historia, nos damos cuenta de que tampoco esto es cierto. A la democracia hay que comprenderla como un proceso, evoluciona como lo hace el ser humano. La democracia que surgió hace 2000 años, la de hace escasos 200 años, la de hace 100 años o inclusive, la de mediados del siglo XX, no tiene nada que ver con la democracia de hoy y mucho menos con lo que intuimos que debería ser.
Según un informe del PNUD, “hasta fines del decenio de 1970, había solo 40 países que poseían sistemas democráticos de gobierno. Actualmente, más de 120 países, que cuentan con dos tercios de la población del mundo, han emprendido la tarea de crear sociedades democráticas y muchos han logrado notables progresos”.
En junio del 2003, el periódico español ABC publicó un reportaje donde se menciona que el coordinador del Estudio Mundial de Valores, señor Ronald Inglehart, dio a conocer una encuesta realizada en más de cien países, donde se refleja de manera contundente, que “en alguna cuestiones, nuestro mundo empieza a tener más consenso: la democracia es considerada por unanimidad como la mejor forma de gobierno”. Según esta misma encuesta y como resultado de ella podemos apreciar en términos porcentuales la importancia que le dan a la democracia diferentes regiones del planeta. Algunos ejemplos: el mundo anglosajón 81%, la Europa Católica del este 79%, Latinoamérica 83%, Mundo Islámico 82%, Confucionismo 80%, India 68%, Japón, 80% y África subsahariana 87%.
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El hecho de que a finales del decenio de lo 70 sólo había 40 países en ambientes democráticos, nos demuestra que para ese momento -aunque nos parezca increíble- la democracia era minoría y no tenía el reconocimiento de la mayoría de los pueblos del planeta. Los países que eran demócratas en ese momento y los que se han sumado al día de hoy, no se han percatado de la necesidad de enseñar la democracia. Han considerado otras prioridades, como la consolidación de las instituciones y la depuración de los procesos electorales. Desde hace ya unos años la preocupación ha ido en el sentido de preparar a los líderes de élite, se han conformado todo tipo programas para ello y lo mismo se ha hecho con el problema de la efectividad de la gobernabilidad.
Indispensable alternativa. Hoy no podemos evadir la enorme responsabilidad de tratar de contribuir a evitar sufrimiento y dolor. Aunque reconocemos que algunos países han hecho transiciones hacia la democracia muy positivas, esto no significa que durante mucho tiempo no estuvieron bajo el yugo de gobiernos totalitarios y militares o no pasaron por revoluciones sangrientas. Aprendieron con un alto precio.
Otros, si los ayudamos podrían hacerlo más efectivamente, con menos traumas que los que casi todas las democracias han tenido que padecer, o al menos, contribuiremos a que el proceso sea más rápido. Podemos y debemos asumir la responsabilidad de enseñar los valores democráticos.
Una iniciativa conocida como el proyecto “Educar para la Democracia”, lanzada desde la sociedad civil costarricense en mayo del 2002, pretende contribuir de alguna forma en esta indispensable e inaplazable alternativa. Educar para la Democracia es un camino hacia la Paz y hacia la Libertad.
Este proyecto tiene 5 objetivos, algunos de los cuales ya están funcionando. El primero, fue una propuesta a la UNESCO, aprobada en 0ctubre del 2003 durante la Conferencia General y en la cual un equipo muy bien preparado ha comenzado a trabajar. El segundo, ha sido la conformación en España de IFEDE, Fundación Internacional Educar para la Democracia, que está operando desde octubre del 2004. El tercer objetivo es una propuesta que deberá de formularse a la ONU y en la que hemos empezado a trabajar. El cuarto objetivo, es una promoción cultural mundial, a través de la creación de un personaje caricaturizado de ficción, que se conocerá como “Democracio”, un profesor que enseña la democracia y que es pluricultural y multiétnico y que bien podría ser un icono o símbolo de la democracia. Por último, el quinto objetivo será el de un apoyo constante a la creación y promoción de Fundaciones y ONG que tengan por objeto la educación para la Democracia.
Deseamos que la Cumbre Iberoamericana con su lema “Educación para progresar”, contemple un verdadero proyecto integrador que permita la posibilidad, para que desde esta instancia los representantes de todos los países Iberoamericanos apoyen, promocionen, fortalezcan y consoliden esta “indispensable alternativa”, Educar para la Democracia como tema natural de la educación. Reto que no deben eludir.



Ricardo Vilchez Navamuel es presidente de IFEDE, España.







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