Tomado de Comunica Press - 2004 CUMBRES IBEROAMERICANAS |
ANÁLISIS
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RICARDO VILCHEZ NAVAMUEL
Educar para la Democracia, un camino hacia la Paz |
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Humildad. Los demócratas
debemos aceptar que hemos omitido por diversas razones educar para la
democracia. El resultado de esto: una gran pérdida de vidas humanas
innecesarias, mucho sufrimiento, falta de bienestar social y menos libertad.
Algunos países experimentaron otras formas de gobernar y luego volvieron por
el camino de la democracia.
A diferencia de lo que
hicieron los comunistas y socialistas hasta 1980-1990 y lo hacen hoy los
islamitas, los demócratas nunca nos preocupamos por enseñar la democracia de
forma masiva (una clase de cívica ayuda, pero es insuficiente). Hemos dado
por un hecho que las instituciones democráticas por sí mismas son la
consolidación de la democracia y esto no es cierto. Y no lo es, porque la
democracia no es simplemente una maquinaria electoral en un Estado de
Derecho. La democracia más que una forma de gobernar, es una forma de vida,
esta es precisamente la razón por la cual en los últimos 25 años se ha
triplicado.
Hoy día, nos parece que la
democracia se ha estancado. Lo vemos así, sencillamente porque la vida
moderna transita y evoluciona muy rápidamente, pero cuando revisamos con
cuidado la historia, nos damos cuenta de que tampoco esto es cierto. A la
democracia hay que comprenderla como un proceso, evoluciona como lo hace el
ser humano. La democracia que surgió hace 2000 años, la de hace escasos 200
años, la de hace 100 años o inclusive, la de mediados del siglo XX, no tiene
nada que ver con la democracia de hoy y mucho menos con lo que intuimos que
debería ser.
Según un informe del PNUD,
“hasta fines del decenio de 1970, había solo 40 países que poseían sistemas
democráticos de gobierno. Actualmente, más de 120 países, que cuentan con dos
tercios de la población del mundo, han emprendido la tarea de crear
sociedades democráticas y muchos han logrado notables progresos”.
En junio del 2003, el
periódico español ABC publicó un reportaje donde se menciona que el
coordinador del Estudio Mundial de Valores, señor Ronald Inglehart, dio a
conocer una encuesta realizada en más de cien países, donde se refleja de
manera contundente, que “en alguna cuestiones, nuestro mundo empieza a tener
más consenso: la democracia es considerada por unanimidad como la mejor forma
de gobierno”. Según esta misma encuesta y como resultado de ella podemos
apreciar en términos porcentuales la importancia que le dan a la democracia
diferentes regiones del planeta. Algunos ejemplos: el mundo anglosajón 81%, la Europa Católica
del este 79%, Latinoamérica 83%, Mundo Islámico 82%, Confucionismo 80%, India
68%, Japón, 80% y África subsahariana 87%.
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El hecho de que a finales del decenio de lo 70 sólo había 40 países en ambientes democráticos, nos demuestra que para ese momento -aunque nos parezca increíble- la democracia era minoría y no tenía el reconocimiento de la mayoría de los pueblos del planeta. Los países que eran demócratas en ese momento y los que se han sumado al día de hoy, no se han percatado de la necesidad de enseñar la democracia. Han considerado otras prioridades, como la consolidación de las instituciones y la depuración de los procesos electorales. Desde hace ya unos años la preocupación ha ido en el sentido de preparar a los líderes de élite, se han conformado todo tipo programas para ello y lo mismo se ha hecho con el problema de la efectividad de la gobernabilidad.
Indispensable alternativa.
Hoy no podemos evadir la enorme responsabilidad de tratar de contribuir a
evitar sufrimiento y dolor. Aunque reconocemos que algunos países han hecho
transiciones hacia la democracia muy positivas, esto no significa que durante
mucho tiempo no estuvieron bajo el yugo de gobiernos totalitarios y militares
o no pasaron por revoluciones sangrientas. Aprendieron con un alto precio.
Otros, si los ayudamos
podrían hacerlo más efectivamente, con menos traumas que los que casi todas
las democracias han tenido que padecer, o al menos, contribuiremos a que el
proceso sea más rápido. Podemos y debemos asumir la responsabilidad de
enseñar los valores democráticos.
Una iniciativa conocida
como el proyecto “Educar para la Democracia”, lanzada desde la sociedad civil
costarricense en mayo del 2002, pretende contribuir de alguna forma en esta
indispensable e inaplazable alternativa. Educar para la Democracia es un
camino hacia la Paz
y hacia la Libertad.
Este proyecto tiene 5
objetivos, algunos de los cuales ya están funcionando. El primero, fue una
propuesta a la UNESCO,
aprobada en 0ctubre del 2003 durante la Conferencia General
y en la cual un equipo muy bien preparado ha comenzado a trabajar. El
segundo, ha sido la conformación en España de IFEDE, Fundación Internacional
Educar para la Democracia,
que está operando desde octubre del 2004. El tercer objetivo es una propuesta
que deberá de formularse a la
ONU y en la que hemos empezado a trabajar. El cuarto
objetivo, es una promoción cultural mundial, a través de la creación de un
personaje caricaturizado de ficción, que se conocerá como “Democracio”, un
profesor que enseña la democracia y que es pluricultural y multiétnico y que
bien podría ser un icono o símbolo de la democracia. Por último, el quinto
objetivo será el de un apoyo constante a la creación y promoción de
Fundaciones y ONG que tengan por objeto la educación para la Democracia.
Deseamos que la Cumbre Iberoamericana
con su lema “Educación para progresar”, contemple un verdadero proyecto
integrador que permita la posibilidad, para que desde esta instancia los
representantes de todos los países Iberoamericanos apoyen, promocionen,
fortalezcan y consoliden esta “indispensable alternativa”, Educar para la Democracia como tema
natural de la educación. Reto que no deben eludir.
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